Sifto se despertó en un desierto de arena caliente, confundido, atemorizado. Sentía su cuerpo herido, muriéndose. Al abrir los ojos se vio en medio de un círculo de 7 mujeres, en sus frentes brillaban 7 sellos metálicos. Eran mujeres transparentes, 7 existencias desnudas. Sifto intentó mirar a los ojos a la mujer que estaba frente a él, pero la mujer con una voz que parecía salir de las cuatro esquinas del mundo le dijo: No me mires, mira al fuego.
Sifto observó como los sellos comenzaban a arder.
Mujer: El mundo es sólo un pensamiento, algo en lo que crees. Dime qué es lo que quieres?
Sifto sintió su piel rasgada, su pecho, su espalda, sus muslos.
Sifto: Quiero ser sabio, quiero recuperar el equilibrio.
Mujer: ¿Qué tipo de sabio quieres ser? ¿quién es tu guia?
Sifto: Quiero recuperar el equilibrio, quiero recuperar el amor que he perdido.
Mujer: Para ser sabio tendrás que buscarlo, y después cazarlo.
Sifto: ¿A quién?
La mujer tomó un arco y tensándolo disparó una flecha en dirección al sol. Una espiral de humo se formó donde la flecha cayó.
Mujer: Introducete en la espiral.
Sifto obedeció.
Mujer: Honra tu memoria, recuerda quien eres.
Sifto sintió sus venas arder, sintió las vibraciones del mundo en su sangre, todos los sonidos condensados, cada color un sonido, el sonido del rayo, de la montaña, el sonido del agua, de la noche, el sonido de sus labios cuando besó por primera vez a su amor.
Caminó por un bosque oscuro en sus manos ahora estaba el arco y la flecha de la mujer. El aire estaba caliente, escuchó los pasos de un caminante que se alejaba, corrió en su dirección. Sabía que ese ser era su destino, lo persiguió. Cuando estaba muy cerca de él, se reconoció en el caminante, los mismos ojos, la misma boca, el mismo dolor, el pensamiento puro. Mirándolo a los ojos, disparó, cuando la flecha atravesó su corazón tuvo una sensación de inmenso bienestar.
Al acercarse al cuerpo inmóvil, escuchaba como sus pasos eran el sonido del tambor, y así con cada golpe de tambor, se acercaba a sí mismo. Cuando tomó en sus brazos a su otro yo, quiso moverse pero se dio cuenta que no podía hacerlo, su cuerpo, sus ambos cuerpos ahora estaban unidos a la tierra. Tuvo miedo, el tambor seguía sonando, cerró los ojos.
Mujer: Asume la identidad de tu Dios, mirate, mira la nueva creación. Tu eres tu guía.
Sifto se despertó junto a una puerta en el desierto de arena caliente. Las mujeres ya no estaban. Se sentía liviano, sin el peso del tiempo, y de sus pensamientos. En su mano seguía sosteniendo la flecha ensangrentada.
La mujer apareció, y lo abrazó.
Sifto: ¿Sabías qué pasaría todo esto? ¿Sabías que tenía que cazarlo y matarlo para poder amar? ¿para poder amarte?
Mujer: Eres mi hombre de fuego. Tu y yo somos una oración al cielo. No existe la separación. Era necesario que lo entendieras.
Sifto: Gracias por esperarme.
Mujer: Yo también tenía que terminar mi búsqueda.
Sifto besó la frente de la mujer, en su mano izquierda ella también sostenía una flecha.