domingo, 24 de enero de 2010

Guijarros marinos


Las venas abiertas tras el contacto con los arrecifes, brotan millones de pálidas lucecillas de oxigeno, y el impacto con las viscosas estrellas de mar, la profundidad en nuestros ojos, los poros y nuestras ganas de seguir dándonos besos aguantando la respiración, una escalera de arco iris de sangre, nos lleva a la superficie. Porque aún no era la hora de convertirnos en sirenas. Quizás era necesario, sacrificar antes nuestra naturaleza invisible.

jueves, 21 de enero de 2010

Papiroflexia de barcos





El amor es una cuestión de inocencia, una petición de que seamos criminales, robándonos mutuamente las miradas. Me inventaré tu iris mientras llegas, elige tu el color. Se que en algún momento dejaras de ser de papel. No tengo cinta, ni goma para pegar...pero creeme ahora tengo paciencia. Me esperas?

domingo, 17 de enero de 2010

Pronósticos sobre carreras



C corre con todas sus fuerzas, corre dejando atrás las estaciones de metro apestadas de rostros tristes, asmáticos. Persuade a sus pasos de que cómo golondrinas se eleven con velocidad, sobre esas respiraciones que le perforan la medula. Su cazadora roja, desabotonada por el calor del algodón rozándole su piel con un compás segundo a segundo. C escapa del extraño que le persigue. Al llegar a las escaleras eléctricas, con el rostro fatigado, se precipita sobre un violinista y su mujer cantando, e intenta pedirles ayuda, pero su voz es incolora, no brota luz y se detiene en su miedo haciendo metástasis, no puede hablar. Continua hasta la línea 2, ingresa al vagón, y al cerrarse la puerta, un estrepitoso sonido le informa que el extraño, se encuentra a sus espaldas. Se encuentra ud bien? Pregunta el hombre que bebe coca cola. C no reacciona, su corazón late veintiún veces más de lo normal y devorando el nudo en su garganta, comienza a llorar, el chico asustado, le dice: lo mejor sería que se bajase en la siguiente estación, le acompaño si así lo desea. C abandona el metro, y al extraño, toma un taxi. C visita a P, el continua cenando, e irrumpiendo con fuerza, la puerta de la cocina, presiona contra su pecho la mano de P. C le pregunta: porque es que aún sigo teniendo miedo? De que te aparezcas, y me obligues a cortar mi cuerpo, mientras te acaricio el ombligo. P tocando la comisura de los labios de C, le da a probar un bocado de carne que saca de su lengua, a medio deglutir, C apretó los dientes, y le dio la espalda, y le dijo es verdad, si tu no te detienes, me detengo yo, y saliendo de la casa de P, derramo sobre su cuerpo veneno de ratas, sobre sus huellas dactilares, sobre su piel ligera. P envenenado, abandono su hambre, no se sabe muy bien donde esta. A por el contrario, se limpio de las manchas de aquel liquido corrosivo, tardo un tiempo, y fabricándose un disfraz de tigre, se interno en el bosque.

Fue allí, donde una mañana de frío invernal, al intentar rasgar la garganta de un ciervo joven, se encontró con otra mujer disfrazada, con su vientre destapado y cerca al corazón, un dolor que comenzaba a desaparecer. La mujer ciervo, arrojo el disfraz, nuestra protagonista, repitió la acción. Ambas nadando desnudas, treparon hasta llegar a un faro, desde donde apreciaron como sus sombras incapaces de sobrevolar el agua, se desgajaban como hilos de telaraña, sobre el mar. C sonrío, comenzaban nuevos tiempos.

domingo, 10 de enero de 2010

Srta Barbara Ann


Y de tanto aferrarme a esa ilusión, cayo desmoronada sobre el suelo. Tan solo era una construcción en besos, que creí serian infinitos. Somos cómplices de lo no-real, del que tu-yo, yo-tu, nunca forme parte de nuestras arterias y su flujo envolviendo el anhelo. Porque cuando me dices podría ser, soy capaz de inventarte todo tipo de soles, para cobijarte. Pero cuando simplemente te vuelves volátil, frente a mi desconcierto, es el sol negro el que me envuelve a mi. No se bien, si las palabras pueden provocar el ensueño, lo único que se es que a veces me conviene creer en ellas, aunque luego se conviertan en una infección. Porque ya debes de saber, niña, que me he de realizar una transfusión, tu sangre celeste, habría tenido éxito en otro corazón, cuyos contornos no hubiesen estallado, cuando una sutil mirada le dio sentido, a lo que desaparecía.

miércoles, 6 de enero de 2010

La adición


Recuerdo que no podía escribir bien la A: redondita agresora dispuesta a humillarme en la tarea de aprender a escribir las vocales y llore de manera súbita y espontánea , intentando destruirle. Algo de culpa tenia el ogro y sus graznidos, mi profesora, forzaba mis manos a excluir el incorporarle antenas y patas, a esa minúscula letra vociferante enemiga. Pero me han cambiado de profesora, a la de mi hermano, vaticinando mi logro absoluto con la a, y el resto de sus semejantes, y me he ganado incluso un sello con una ramita azulada. Aprendí, la obligación al elegir que aprender, y las matemáticas, y la religión, y los descubrimientos del tercer tipo: los besos, la separación, la metamorfosis de tres cabezas del corazón cuando combate raptando colores.

Pero es verdad, pocas veces me he sentido tan analfabeta, tan ingenua, no se quererte, ese es mi problema, la situación inicial es la siguiente: no te espere, no te busque, no me esperabas, no me buscabas, es cierto para que sea una de esas historias románticas, buah!, una de las dos debía aparecerse en el camino hostil de la otra, pero no fue así, simplemente fuimos, somos una posibilidad, una importante consecuencia del decidir debíamos mirarnos, con la respectiva marca sangrienta, mirarnos fijo a los ojos, sin pestañar. Y el rebaño de sentimientos que no sentía por ti, orgullosos se atrevieron a inacabados temblar con tu respiración. Ya lo se, mi manía por el movimiento del agua, de cómo una piedrecilla arrojada al pozo, mi deseo constante, ondulante en ti, se propaga, como un himno mordiéndote la lengua.

Pero es eso, ahora, en este precioso momento, no sé que hacer, quiero quererte, pero no de mi modo, quiero conocerte sin pretensiones, sin empeñarme a estudiarte y esforzarme por entenderte.

Me encanta el verme aprendiendo el reconocer a lo que suenas, cuando te mueves en la oscuridad, y te acercas, y comenzamos a reñir por el último trozo de chocolate sin almendras. Aprendo más de eso, que de la niña que nunca se equivoca con la tonelada de sus libros de poesía clásica, intentando encontrar un lenguaje para como hablarme, y me cita a Proust, neurótica como Dostoviesky antes de dormir. Tu al contrario, te acercas, a invitarme a jugar, a ser peces, conejos, y yo quiero también fascinarte rugiéndote mis fantasías, murmurándote como es que se secan las lágrimas. Y saltamos sobre todos los compases de las notas, del xilófono más dulce. Así que ya sabes, me despojo de todo lo que me esconde de ti, ahora te miro y aprendo. Ya podemos arrojarnos al mar.

domingo, 3 de enero de 2010

Inflamaciones espontáneas




Me gustaría ser suficiente para ti, que mi aliento incorporándose a tu cristalino, suavemente congelara el momento, guardando para siempre mi rostro en tu mirada, gobernada por el instante donde con tus besos circunscribes mi noche. Pero creo que me he vuelto tediosa, termino mi trabajo y me enfermo. La flecha no se repetirá y he fallado, instruida por mi inseguridad, por la influencia de la costumbre de capturar vivo el corazón, e impasible, profanar su necesidad hasta volverlo esclavo del fuego, y sus delicados colores, agitando mi mente, desnudando mi voluntad, hasta accidentalmente provocar que tus colmillos desciendan en mi pecho, y me bebas hasta que la piel, la sangre, se vuelvan cenizas. Y me abandonas, me dejas, y temo porque se terminan los dardos, y tu latir es solo un eco plateado, que extiende sus inmensas alas con ganas de decapitarme. Entonces te sigo, con mi fatigado cuerpo, y te digo acércate, mira, introduce tu índice en este pedacito de mi cuerpo, donde solías apoyarte, antes de dormir. Y lo haces, escarbas en mi, y me sonríes, yo te devuelvo la sonrisa, y es allí cuando horrorizada, interrumpes tu castigo, porque un duro dolor, frío e inmóvil te paraliza el corazón. Te tomo en brazos, y es que como nunca fui suficiente para ti, me decidí convertir en ti. La sangre gesticula mejor, y por primera vez entiendes lo doloroso que fue bajar de las nubes por ti, respirar sin mi coraza.

Encuentran dos cadáveres que hierven, y de sus mandíbulas entreabiertas, parece colarse un: te amo.

viernes, 1 de enero de 2010

Melatonina





Últimamente sufro de insomnio, la misma cama, la misma sabana con dibujitos cubriéndome como un suave muro, de la luna, y no logro conciliar el sueño, dos veces las mismas pastillas espinosas sabor a eucalipto para estrechar a la noche en mi pecho, pero sigo con los ojos abiertos, y la indiferencia de las estrellas. Llamo en mi ayuda, a un recetario saturado de formulas para la inmensidad del soñar migratorio. Y me veo, observando el techo, sus proporciones geométricas, atemorizada de que llegue el amanecer. Así que comienzo, la soledad y su sangre de lava contando recuerdos, yo preferiría a las ovejas y sus caminos, ponerlas a saltar, a saltar, en el umbral de mi consciencia. Pero el arrecife de los recuerdos deslizándose suavemente en mis anhelos, me conduce retumbando adentro de mi corazón, al pensar que esa extraña ciudad y tu, no fueron una prudente casualidad, causa y efecto? Garantizado. La estrategia consistió en agregarle a esos recuerdos una que otra fantasía, sin saberlo me vi durmiendo, que bonita te veías en ese carrusel.

El gesto


y de nuestras caricias humedecidas con lágrimas
se hizo
la luz

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