domingo, 27 de septiembre de 2009

Relojes de cuarzo



Eso es todo, lo sabes bien, las tonalidades, las formas, el devenir se han deformado. Ya tu dolor infantil, me resulta idéntico, a esos otros que recogí, fijando a mi retina trucos, para placeres incompatibles. No tengo excusas, estoy aburrida, me aburres. Ya deja de encarnizarte con mis labios y sus canciones pululando vacías, de intentar hacerte sangrar con tu húmedo y breve presentimiento de que mi especialidad, es quererte, porque al final eso es lo único que te importa. Sientes que te debo algo, por tu mirada punzante, imposible de suprimir, pero no es así, frecuentemente me pasa, esto, del retorcerme en nuevos olores y después orgullosa, un poco asqueada, salir ilesa de la fantasía impaciente, que ayude a crear, era novedad, algo que contar, nada grave. Ahora por favor apártate, o necesitas de una ultima estocada, te beso en la boca?, te abrazo? O Flotemos en espuma blanca, caminemos como fantasmas imitando los bruscos movimientos de los que se acercan y juegan a conocerse.



Mmm Bueno debo irme, N me espera, y es que, como ya debes de saber, con ella si no finjo. Las cenizas de nuestros roces, nos alimentan con vino hasta el hastío.



Mientras tanto yo cerraba los ojos, y encendía mi radio transistor, sonaba una canción con indolencia: Jamás, me volverá a pasar.


domingo, 20 de septiembre de 2009

Sigue al velero


Ya nada es como antes, se ha extraviado, la verguenza le impide regresar, atender el pergamino donde caprichosamente,han dibujado el lugar del tesoro, esa mancha negra, que espera al pirata amortajado. Desnuda con la memoria roída, ya no recuerda hacía donde iba. Si en la boca almacenaba el graznido de un carruaje de luciernágas y sus hilos de colores, enseguida cree que es sólo un malestar, maniobra al desconocer, sabores que rechaza. Y si escucha el rumor de su pecho: palabras con pieles de agua y plumaje de vitrales, desea estar en otra parte. Le dicen huye, la arena te comienza a asfixiar, es temporada en donde cuajaran tus besos, y con los dientes te arrastraras hacía otro nombre de carne, y otro camarada asustado, escurriéndose en tu entrepierna, para que creas halagan tu falta de conocimiento, en las estrategias saladas, de la profundidad de a dos.


Y el pirata se pasea todas las noches, derritiendo el testimonio de la luna, en sus zapatos. Busca, olvida, se lleva sus ilusiones goteando a otra ventana, toca el vidrio, adora a la sombra que se apreta contra su cuerpo, y amanece raspado, con las mejillas frias. A ella se le olvidan los modales, y le vuelve a engañar, su cuello abierto deseable, exhibe como pared llena de un musgo rojo, los besos que la asustan. Pero el pirata, aun no se ha endurecido y es incapaz de zurcir con sangre, las relaciones que mantiene con el aire.


Esta tan solo, no deja de tocar las puertas, todas las puertas, para intentar llegar a su hogar, a su tesoro, dicen, en la cajita con ese brillo intenso, se encuentra la armadura para su corazón, y es que hasta ahora, incluso las hojas de los árboles al caer, con su tinta indeleble, le dejan más de un rasguño y por cada pulgada abierta, vocífera su anhelo, de que con un beso, como un velo, le consuelen las verdades que ignora.



viernes, 11 de septiembre de 2009

Redondas por abajo y puntiagudas por arriba




Día de tormenta, tengo la excusa de acercarme a ti, soy egoísta, date prisa, nos encontramos cara a cara, boca-silencio-méteme la lengua, virgen invernal, en nuestro acuario comunitario. Algún dolor preguntas?, se oían disparos-flotan frutos primitivos de agua y sal, en mi pecho. Me prometes, volveremos a vernos, fluctuante-con las pupilas abiertas, y yo exagero, comienzo a beberte, a dejarte blanca, tus vórtices efímeros se funden, se retuercen en mi ombligo, en mis parpados-aletas, somos recipientes de besos azules, como errantes fármacos anestésicos, para una agonizante anatomía de especies en extinción. Estoy bien, continúa, acumulas tu saliva y la dejas escapar despacio, en el espacio intercostal donde –el nosotros- palpitó y se hizo negro, cada vez más negro, profundo, ceniza crepuscular antes de que lleguen los oscuros caballitos de mar a entrenarnos en su velocidad. Transcurrimos pulsándonos ocasionalmente, nuestros cuerpos castigados por flechas de nieve. Y yo me enamoro de tu sangre y su escarcha. Temperaturas muy bajas, agujas, laminas, granos de hielo, las moléculas y sus sonidos reversibles, contra un vidrio, el cielo se comienza a derretir, este invierno me he vuelto a enamorar de la lluvia y lo incierto.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Del latín monstrum


Me levante, insubordinarme con las sábanas, con aquella extraña noche y su aroma apacible. Y con frió, descalza, escalón, tras escalón, con claridad divise la puerta. Secretamente las sensaciones se colgaban desde afuera, se imponían a la pereza, al razonamiento, al continuar intentando ocultarme, en mi cama, protegida del caer al suelo. Evidenciando el que fui seducida por una pesadilla, por la inmensidad desquiciada, y eso que había rezado, más de 3 veces, para que mi mente buscara la luz en la noche, se acercara lo suficiente a mi corazón, y juntos intensos, como fósforos en una pelea entrecortada de oxígeno, se quedaran dormidos, abrazados, creciendo su llamita.

Eran las 5 de la mañana, camine, el viento ladeaba mis pestañas, mientras mis pies reconocían la voluntad de mi cuerpo, untándose de viejas parpadeantes luces de farol. Y la gente, llena de humo y alcohol, ni se percataban de mi presencia, de mi lugar en su ciudad perdida. Entonces ocurrió, te vi, venias sacudiéndote, vomitaste sonriente al lado de tu compañero, y reconociéndome supongo, de la noche anterior, te acercaste sujetándome del cuello.

Hablamos, algo, nada para la posteridad, tu con tus acostumbrados asuntos con el alcohol, yo con mis ojeras, con el sueño sucio, debajo de esa luz opaca. Te he dicho, que nos fuéramos a casa, pero te pusiste a gritar, a besar al que te protegía esta nueva noche. Me dio la impresión de que a pesar de que continuara, no ibas a hacerme caso. Es duro, la costumbre, ha conseguido que ahora incluso, te haya rogado. Hoy salì a buscarte, te extrañaba. En realidad, que voy a hacer sin mi pequeño monstruo doméstico, que vive debajo de mi cama, debajo de mis lagrimas, debajo de mi piel. Que voy a hacer, sin mi monstruito de papel, que no me juzga por no ser un príncipe, que lo sujeta como un trasbordador y lo lleva a un mar con sus sueños recién lavados. Me quieres, a tu manera, sin compromiso y cotidianidad, claro. No lo sé, creo que me vendría bien, otro de tres cabezas, pero a tiempo completo, a uno, al que le pueda contar como torturo a los latidos, con violentas minuciosas mentiras, para que me quieras. Creo que hacíamos un bonito contraste, la eterna miedosa envuelta con 200 voltios plateados, para evitar que alguna princesa, descansara en mi cama. Y tu el centellante valiente depredador. Llamativa presentación, no crees?

Bueno al menos dile, a tu nuevo dueño, que mi cama esta disponible, que acepto, los chirridos, las arrugas, que lance fuego, que escupa paja, pero que no encienda la luz y me bese, y que yo crea al menos, que no quiere, hoy asustar, ni morder, a otra confiada, que lo invita a su casa.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Para iniciados


Como quiero enamorarme de ti, he decidido matricularme a ese nuevo taller de las mañanas, ese club de solitarios anónimos disecándose, con sus clases exigentes sobre como aprender a amar. La tarjetita de su ubicación aislada, me la ha pasado Javier, asegurándome que no se ha inventado nada, se ha graduado y a los tres días conquistado, sin la necesidad de su discurso confuso pasado de moda, a Marta, esa chica que lo tenia tan miserable, adoptando un cuerpo adolorido de tantos combates con el viento, abatido por la curiosidad que le provocaba los besos que quemaban a ese torpe, que la visitaba constantemente y hasta le tomaba la mano en publico. Ahora están juntos y creo que se exhiben demasiado, que viven ocupados haciéndose confesiones nocturnas, volviéndose virtuosos en las nociones de la aproximación, la sorpresa, el estrépito del sentir una compañía que se te clava en las costillas. Comienzan a parecerse y a ser insoportablemente honestos.

Pero, aunque sabes que no me interesa ese fatigado romance de otros. Esta vez si quiero, entender un poquito que se debe hacer, para estar a tu lado. Y que me atreva, y que tu te atrevas, y nos martillemos los sentidos de inolvidables turbias formas de anhelarnos, dilatando el principio, cuando el asombro no deja de surgir debajo de un beso, del nuevo sonido que adquieres cuando nos hacemos miniatura en la cama.

La primera clase es idioma extranjero, el profesor es pequeñito y tiene un tic, algo melancólico, suspira rezagado, cuando nos enseña a decir lo indecible, con signos, como: si te ríes y abruptamente cambias de estado de animo, es porque quieres que te abrace, que sepa que tu sentimiento esta edificándose y necesita de otra mano, para construir el balcón, donde nos veremos, correr desnudos. Y si me dices, que no sabes, es porque eres testigo de tu sabiduría, ya lo sabes de antemano, pero quieres que lo adivine, que te lo diga, y al decírtelo misteriosamente, creerás que yo fui la de la idea, te sentirás, menos vulnerable.

Nos ha dicho, que para mejorar la dicción, lo principal es considerar hacer de tu boca, un nido de pájaros, que aun no han aprendido a volar. Sin tomárselo a la ligera, recordar invitar a lo que están a gusto extraviándose, creciendo en primavera, observando el mismo arbolito donde lo espera su eterna novia, la noche. Ella extrañándose, de nuevos pasajeros que la emocionan, dándose un primer beso, un primer momento dándose el gusto de tomar la temperatura de sus mundos. En esa clase, un sobresaliente!

En diseño de momentos perfectos, me sorprendí aprendiendo que también lo es, el quedarnos atravesando una calle, sin decirnos palabra alguna, buscando el parquecito en donde nos gusta sentarnos, y hablar del nuevo disco de Evid Wad y entonamos con cuidado, la primera canción.

En colores trágicos, me dio cólera, cuando la profesora, me dijo, no es recomendable teñirme de azul impermeable, antes de nuestras citas, debo ir de blanco, dispuesta a absorber las nuevas tonalidades, contigo oscilante.

Me falta la última clase, paciencia interminable, no llamarte, no repetir tu nombre 4500 millones de veces al día, paciencia para esperarte, a que te aburras, o que salgas rebosante a otra excursión. Que esa muchacha ya no te resulte un buen regalo a tus caprichosos experimentos con la soledad.

En clase de dignidad antes de dormirse, debo mejorar, aun continuo con mi tormentosa elocuencia, precipitada.

Me faltan 2 mañanas para terminar, entre tanto puedo decirte, que he dejado para el final, análisis de riesgos, en el laboratorio se somete a diversos ácidos, esto que siento por ti, vamos a ver si pasa la prueba, de ser adulterada, repruebo el curso, pues nada tengo que hacer, contra mi propio ego jugando a interrumpir tus múltiples vidas.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Rue descartes


Hoy me crucé contigo, en esa calle donde nos solíamos encontrar, llevabas esa sonrisa triste que engañaba a todos los que osaban quererte, incompatibles a tu locura. No me reconociste, al menos eso creo yo, te detuviste un segundo, me miraste y continuaste con el paso artificial. Quise saludarte, pero preferí esquivarte, después de finalizar en el subsuelo, de desangrarnos juntas en un ritual de respiraciones agrias, de degradarnos a una realidad nada tangible, era preferible ignorarte. Dejar de contemplar lo que alguna vez fuimos, nosotros torciendo nuestros sueños, demasiado delicados.

Aun sigues tan bonita, tan llena de ese sufrimiento oculto, de esa culpa terciopelo, buscando la perfección, la que me ahogaba y hacia mi mundo crujir para descender contigo a tu inmóvil amor simulado. A veces te extraño, otras veces simplemente no tiene caso hacerlo, me siento ridícula y comienzo a besar a otras niñas jugando con sus aguijones y mis nubes de sangre, a punto de estallar. Todo esto claro, sin mirarles a los ojos.

Ya han pasado 3 años y la tortuosa sospecha continua, sigo buscándote en otras, implicándome a realizarles una autopsia y dejar afuera el maleficio que tienen sus entrañas reblandecidas: no sobrevives, en ellas.

A la última incluso, sabes, le he pedido que me diga al oído: anda Julieta, acompáñame a clavarnos alfileres de azúcar en el corazón, a arrancarle al cielo sus estrellas, y hacernos almohadas que no almacenen polvo. Obviamente, no lo ha dicho. Quiero que se despidan, de mi sobretodo, les obligo a hacerlo, a que me digan algo, algo, antes de irse.

Oh M!, debes abandonarme, aun no se lo que quiero, pero debes terminar de ultrajarme por placer, con todas esas que aun no nacen pero desde ya golpean a mi puerta, histéricas, enfermas de ti, embriagadas, y no sucede nada.

Soy distraída, es posible que ni siquiera hayas sido tu, ya olvide tu ultima mutación, aun sigues teniendo ese par de alas, esa voz de sirena?

Lo visible


Deseo que te toques pensando en mí, haz dicho. Esperando un desenlace, y como acostumbras ser convincente con tus juegos intrusos, me incline, mientras tus labios y su cigarrillo amordazado pronunciaban la siguiente instrucción. Insistiendo en que debía alcanzar a desnudarte, hacerte gemir, a respirar una dolorosa nota, un lenguaje abstracto, en que sin tocarte, hiciera justicia, al dulcísimo sabor, que nuestra memoria escribía, cuando nos acariciábamos en el suelo, elogiábamos nuestros desvaríos, nos desgarrábamos simultáneos a una oscuridad carnicera.

Debo decir que al empezar intercale pensamientos, rostros afiebrados de mujeres, escenas inocentes, algunas mentiras, ojos azules, resistencia al amor, brevedad, ambos sexos, algunos de mi edad, le danzaban a mi oído palabras enteras, rompiendo definitivamente lo creativo del detenerse y lamer los cortes tibios, sin remordimientos, con la boca sucia de alcohol, conmoviendo a mi cerebro de lo evidente de su vanidad al desabrocharme las promesas, despacio, completamente, usando los dedos, sus obsesiones, las noches de invierno con la música interrumpida. La atención sudorosa en los detalles nuevos.

Continuo con los ojos cerrados, te acercas, comienzas a oler mi rostro, mi cuello, mi cintura, y me horroriza pensar que huelo a miedos y quiero tu consuelo. Quiero tu velocidad, a tus demonios satisfechos sin medir las consecuencias, cuando me zumban, disimulando que no sientes, con tu boca temblorosa.

Acuéstate a mi lado, ya hemos terminado, ya te has apoderado de mis nebulosas, de mi deseo de poseerte sin conocerte, de mis carencias. Ahora dame un beso de buenas noches, que es mi turno. Quiero verte dormir, sin antifaces.

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