Hoy me crucé contigo, en esa calle donde nos solíamos encontrar, llevabas esa sonrisa triste que engañaba a todos los que osaban quererte, incompatibles a tu locura. No me reconociste, al menos eso creo yo, te detuviste un segundo, me miraste y continuaste con el paso artificial. Quise saludarte, pero preferí esquivarte, después de finalizar en el subsuelo, de desangrarnos juntas en un ritual de respiraciones agrias, de degradarnos a una realidad nada tangible, era preferible ignorarte. Dejar de contemplar lo que alguna vez fuimos, nosotros torciendo nuestros sueños, demasiado delicados.
Aun sigues tan bonita, tan llena de ese sufrimiento oculto, de esa culpa terciopelo, buscando la perfección, la que me ahogaba y hacia mi mundo crujir para descender contigo a tu inmóvil amor simulado. A veces te extraño, otras veces simplemente no tiene caso hacerlo, me siento ridícula y comienzo a besar a otras niñas jugando con sus aguijones y mis nubes de sangre, a punto de estallar. Todo esto claro, sin mirarles a los ojos.
Ya han pasado 3 años y la tortuosa sospecha continua, sigo buscándote en otras, implicándome a realizarles una autopsia y dejar afuera el maleficio que tienen sus entrañas reblandecidas: no sobrevives, en ellas.
A la última incluso, sabes, le he pedido que me diga al oído: anda Julieta, acompáñame a clavarnos alfileres de azúcar en el corazón, a arrancarle al cielo sus estrellas, y hacernos almohadas que no almacenen polvo. Obviamente, no lo ha dicho. Quiero que se despidan, de mi sobretodo, les obligo a hacerlo, a que me digan algo, algo, antes de irse.
Oh M!, debes abandonarme, aun no se lo que quiero, pero debes terminar de ultrajarme por placer, con todas esas que aun no nacen pero desde ya golpean a mi puerta, histéricas, enfermas de ti, embriagadas, y no sucede nada.
Soy distraída, es posible que ni siquiera hayas sido tu, ya olvide tu ultima mutación, aun sigues teniendo ese par de alas, esa voz de sirena?
Aun sigues tan bonita, tan llena de ese sufrimiento oculto, de esa culpa terciopelo, buscando la perfección, la que me ahogaba y hacia mi mundo crujir para descender contigo a tu inmóvil amor simulado. A veces te extraño, otras veces simplemente no tiene caso hacerlo, me siento ridícula y comienzo a besar a otras niñas jugando con sus aguijones y mis nubes de sangre, a punto de estallar. Todo esto claro, sin mirarles a los ojos.
Ya han pasado 3 años y la tortuosa sospecha continua, sigo buscándote en otras, implicándome a realizarles una autopsia y dejar afuera el maleficio que tienen sus entrañas reblandecidas: no sobrevives, en ellas.
A la última incluso, sabes, le he pedido que me diga al oído: anda Julieta, acompáñame a clavarnos alfileres de azúcar en el corazón, a arrancarle al cielo sus estrellas, y hacernos almohadas que no almacenen polvo. Obviamente, no lo ha dicho. Quiero que se despidan, de mi sobretodo, les obligo a hacerlo, a que me digan algo, algo, antes de irse.
Oh M!, debes abandonarme, aun no se lo que quiero, pero debes terminar de ultrajarme por placer, con todas esas que aun no nacen pero desde ya golpean a mi puerta, histéricas, enfermas de ti, embriagadas, y no sucede nada.
Soy distraída, es posible que ni siquiera hayas sido tu, ya olvide tu ultima mutación, aun sigues teniendo ese par de alas, esa voz de sirena?
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