jueves, 25 de junio de 2009

Dragón magnético rojo




Dos, y uno, un beso, un despacito pero no por ello, menos importante, cruzarse de brazos y esperar, yo de la raza azul, tu de la de roja, enemigos provenientes de horizontes, de una fabula en la que todo se hunde, gérmenes de películas románticas avanzando, encarnadas desde su poética a las trece contracciones del corazón y los lugares tranquilos donde indiscriminadamente la simetría de nuestros cuerpos se sitúa en una jaula de nubes, se mantiene apartada de la piel, círculos concéntricos subscriben las mariposas, cirujanas del final invisible, blancas y negras.


La naturaleza después de encuadrarla nos lee, los cambios de luz propios de nuestras mentes entendiéndose, jugando a la tridimensionalidad, donde pretendo recordarte como un minúsculo gusanito, sanguinolenta, conocida y enigmática, forzando cada una de las líneas de mi arquitectura, del sueño y sus puntos de fuga, de las cuestiones de tiempo ahogadas en la saliva, los tres primeros besos, el sentimiento y sus rascacielos envenenados, imaginando el contacto como la única técnica posible, natural al mínimo, de recorrernos desde nuestra propia inocencia, ocultando la banda sonora de la realidad.


Tienes tan clara las ideas, y las hipocresías ceden, tejiendo una posición diferente a la inicial, ya no estoy segura de seguir componiendo para ti, ese fragmento musical, construyendo ese castillo, donde podías ver desde su ventana como la vida arrancándose los cabellos, se descubría desnuda, señalándose así misma con su índice, su centro absoluto, luz, nosotras, capaces de las mayores crueldades a favor del decorar la intimidad, poder vaciar el paisaje y la lluvia cesa, inmóvil el arcoíris, se vuelve resbaloso.


Somos especialistas en caracoles, animalitos babosos y su ballet, aguantando las ausencias, resignándonos a reproducir momentos, al dibujar anatomías desde el mundo artificial. Pero la autobiografía de la tempestad, la debemos enfrentar, los tripulantes comenzando a desilusionarse mutuamente, a sobrevivir muertos en el agua, los amantes y sus representaciones idealizadas.


Dos personajes que continuamente retroceden e impiden a su ruidoso impulso, deseo, dominar las trayectorias.

Para acentuar mi actual posición de figura de cera, en tu universo y su calendario, calculando otra fecha, para decirte que desde el ocaso, ya no, por mis enemigos y la angustia, el pobre caballero asesina al dragón, desde su presente, desacreditando a las pasiones y a las armas de una adversaria que sigue en la cama, esperando volver a enamorarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores