martes, 30 de junio de 2009

por una vez



Y comienzo a correr, conversaciones con los pinceles, con los tarros de pintura derramados, afirmándote siempre en mi piel, quiero verte de nuevo, y los transeúntes atemorizados abandonan sus trajes clásicos, impidiéndome el verte, lo deseo con todos mis miedos, los que tu saboreaste sin saberlo, con todas esas palabras que pegue en las paredes, esos papeles de colores con frases tuyas, como largas cuerdas oceánicas, que se abrían y me sentía sospechosa, con la carne de gallina, de arena, de arcilla modelada, por la atención que prestas a mi mano, renunciando al bajorrelieve y arrullándose al tocar la tuya. Ningún arqueólogo, podría dudar, de que el hallazgo más bonito, fue el ver como reaccionabas por mi gusto a la improvisación.


Que estarás haciendo ahora?, me imagino llena de ojos que te examinan, de personajes ofreciéndote bajo todos sus ángulos, donde quieren estar. Contigo. Y una fuerza desconocida, como un nudo grabado en color, me hace pedirte otra oportunidad, hacer el inventario de esos tesoros submarinos, de las paradojas, del paisaje extraño, del libro raro frágil, de un vaso comunicante, reanudando tus compases, tus parpados en movimiento por otro retrato, derrochando historias. Diciéndote al oído: continúo diseñando la hermosa estatuilla hecha en besos, en incertidumbres, en la línea del horizonte, en tus ojos, comentando los acontecimientos, la gran exposición retrospectiva de tu calor, dispuesto al absoluto silencio. A los barcos de bordes con un solo volumen, sus detalles inquietos, los colores que adoptan las fantasías, las hendiduras de las palabras dispersas.
Bailarina de ballet, he visto a lo largo de la noche, como escuchas los hechos, el juez de instrucción, como la simple reproducción de mi comportamiento, del pronto, de los extranjeros en su mayoría y mi contacto fuera de cuadro; se realiza inmediatamente.

Te sigo preguntando, si, quieres bailar conmigo?, con la mayor seriedad, las actitudes de las voces, las que se alegran de mi desgracia, te acercan a una víspera donde tallada en piedra, soy naturaleza muerta.

Pero, quiero, pretender a la plasticidad del primer bosquejo, bellamente caligrafiado, del temperamento del amanecer y su inquietud por separarse del tiempo e intentar estremecer al poema, dándote un primer beso. El mejor epílogo comulgando con el oleo y la acuarela, porque para mí, eso eres. Varios meses, y tímidas lunas, te escriben en mi mente, en mis confesiones, más peligrosa que una soberbia, encolerizada, vitrina a un futuro prohibido, baila sin desconfiar, parece mentira, pero las grandes superficies, olvidan la nieve, y somos la mejor arma, después de asustarnos de los momentos frente al espejo, de los reflejos y las aguadas actitudes de musas como un suspiro. Las armas que no conocen la memoria, sin la sensación, el pastor siniestro de la segunda naturaleza, la de los pájaros, fijando su mirada en los corazones de fardos, de los imposibles, dos veces.

Te quiero, haciéndome la muerta, que intervenga tu beso, el frente a frente, rompiendo todas las estatuas plegables. Los remordimientos.
Que dirección toma el cuadro, después de un decorado, después de la velada?

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