martes, 14 de septiembre de 2010

25°C


Introdúcete en mis desastres, como una cerilla nerviosa
Provoca calor en cada pliegue
Aprieta mi relieve hasta que estalle en tu lengua cruda
El niño hermoso sigue siendo un árbol
Hunde tu cara en mis primaveras
Busca la forma mientras mi tierra te absorbe
El cielo del andrógino
La periferia del deseo, la medula del antípoda
La danza de las arterias de carboncillo oceánico
Tu casi divina en mi, coagulada en la superficie de la luz
Yo espeso como el primer amante
Manchándote el pelo de rojo
Al atardecer miré a una chica, salía del primer autobús
Parecía tener en su piel
El tejido plomizo del mar
La invite a nadar

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