jueves, 16 de septiembre de 2010

Lavarse la cara



El cuerpo de la gota dormida
El estremecimiento coral de su cabeza pintada en caricias de molusco
Su ansiedad esponjosa, su gusto, viajero delicado
Sus hebras bostezan la mañana
Del primer rostro que empapan
Se mueve dejándose caer con la textura de la virgen enredadera, la sábana del cielo
Ante mi cabello y se entrega
Con su mirada de aleta de peces y almas ventana
Mi existencia de cristal no crea resistencia
Atrapada en su transparencia
Mi único destino es derretirme en sus pezones húmedos
De tormenta

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