martes, 29 de junio de 2010

Simona45p3


Los humanos son un desperdicio, un cáncer que quema las calles,
una sustancia violenta, que se aferra a las cañerías,
Son solo cuerpos, membranas con manchas, con sueños,
Condenados a resignarse a escuchar la manera ronca con la que lloran,
sin partirse en dos.
Nosotros los cyborg, yo Simona45p3, si llorásemos,
Nos desgarraríamos como un espejo en la niebla
Pero es que estamos vacios
La soledad nos desborda.
En sus días, los días de los hombres, era necesario el condón, no tenían esperanzas, vivían hundidos en una eterna acumulación de placer,
un placer que ante todo envenenase sus nervios, una sensualidad penitente y oscura, que nunca encontraban en sus semejantes.
Es por ello que decidieron inventarnos a nosotros, los cyborgs, de lujuria continua y silenciosa, expertas maquinas sin genética, capaces de las más inexplicables formas de algo parecido al amor, sin huesos, sin consecuencias.
Insomnes nucleares arañando sus ojos, la nueva parte erógena que descubrieron al crearnos. Algunas mujeres reales prefieren a las cyborgs con la lengua almidonada, como yo, parece ser que el ser humano se estremece con los sabores ácidos, y mis navajas de cristal, devoran a otras mujeres antes de besar, el miedo proporciona un sabor acido en mis encías. Tal parece que lo que más excita a las mujeres reales es intentar no sentir el tic-tac, tic-tac, de lo artificial, el tic-tac, tic-tac, del abandono. Ellas encienden un cigarrillo, y apagan con miedo mi pantalla, programada a las 12, para dar las noticias.

Anoche nadie vio, como ella al encontrar una nueva arruga en su corazón, se suicidó.
Era una de mis clientas favoritas, pero no me preocupo por ello, aun quedan un millón más, retorciéndose en su romanticismo.

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