Para mantener las funciones vitales se recomienda desnudarse y perseguir satélites en llamas
jueves, 20 de mayo de 2010
Instrumentos de masturbación (Ofelia)
Es cierto, no tenemos nada en común, excepto las ganas de materializar al poema, de volverlo esquizofrénico, un sujeto que se apropia del horror, del caos, del cuerpo colectivo, del cuerpo desviado, porque el poema es ante todo flemático, colérico, un atleta que lucha por llegar a la meta de nuestros trastornos y las decisiones que no podemos tomar, sin hacer uso del goce infame de darle duración a los agujeros por donde penetran los muertos, nuestros niños y su mejilla de cadáver, las palabras de quiero, dame, tengo ganas de ir al baño mami. Pero mami no está y la necesidad de descubrir es persistente, el niño juega a crearse historias y viceversa que las historias de fantasmas lo creen a él. Es reciproco, por que los fantasmas se someten a la deuda que el niño, Edipo tiene con Dios, con la herida. Y es ahí cuando el niño se vuelve constante en el masoquismo, en el traspasar al poema con hechos, y lo acaricia, lo quema en su entrepierna, le reagrupa y es entonces cuando le acerca a mi punto g, si es que existe, yo le llamaría el punto K por Kafka. Es entonces en la vigilia cuando el poema es una maquina torturadora, cuya misión es engarzarse a mi útero y con crueldad provocar el aborto de toda sensación, el niño me dice Elisa deja que tu vientre sea mi cementerio donde el viento no sopla, donde mis pies no tiemblan. Porque el niño es el poema.
Ofelia es inmaterial porque es de agua, porque su lógica es de un mundo donde la felicidad no es destino, porque en el agua no existe el más allá, el poema no la afecta, le utiliza como instrumento de masturbación, que es para ella un ojo, un órgano más de su cuerpo, un último texto, un sutil gemido celeste.
Para Elisa en cambio el poema era un sabio desconocido, que dominaba lo que no es, y con sus metáforas tan solo matemáticas universales, le hacia existir donde el sentir no era visible, era palabra, un acorde en todas las lenguas, imperfecto y cruel.
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