lunes, 3 de mayo de 2010

Ella es la más rara



La primera vez que se besaron Ella y Ella, nuevamente creyeron que era la manera que tenían de adaptarse los de su especie. Un sistema de equilibrio en donde se colaban a veces, caricias como si se tratase de mermelada que salía de una lengua que se zambullía. Un sistema que las sostenía y evitaba que siguieran cayendo en el aburrimiento de sus vidas, desenredando hilos de pelo blanco en sus gargantas, por jugar a ser pequeños gatos, con la boca teñida de nubes, que arañaban las cabelleras enmohecidas de insípidas desconocidas, tan experimentales como Laurie Anderson representando a Superman, mientras saltaban pubis sobre pubis y susurraban que la única teoría del caos, era que uno más uno, son uno. Ella Azul, cuando quiso lamer el parpado que parecía estuviese lleno de nitroglicerina de Ella Roja, se percato que Roja no era capaz de tocarle la espalda, de funcionar de polea entre su rostro y el de Ella Azul, mientras sudaban ilusiones, olían a sueños que no entendían y se daban besos al revés. Ella Roja, por su parte reconoció que los dos ojitos de Ella Azul no coincidían, tal vez miraba esta cama que casi siempre estaba desordenada, almacén de viejos vinilos y libros de poesía. Un ojo negro en esta cama, un ojo azul tal vez recordando cuando Ella, la Ex le prometía: siempre sacudiremos de la alfombra los te quiero, para no provocar alergias, para que el silencio no se vuelva bélico. Ella ex, la eterna presente, porque eso si que es sintomático del tu y yo, sólo que yo no puedo hablar de Ex, así que no me preguntes por novena vez que te hable de las que introducían en mi cavidad nasal su olor por las mañanas cuando dormían abrazadas a mi, las que aunque quiera no me permiten mirar hacia atrás y renunciar a un presente que puede ser más apocalíptico, excitante e inmediatamente provoque la mutación del color de mi iris, cuando me doy cuenta que tus pezones se asemejan a cuando la luna es neutralizada por los abrazos del sol, y amanece con una corona de vidrio, de nubes que gotean, y tus manos, tus piernas, en pleno verano, me protegen de las mujeres fugaces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores