Como quiero enamorarme de ti, he decidido matricularme a ese nuevo taller de las mañanas, ese club de solitarios anónimos disecándose, con sus clases exigentes sobre como aprender a amar. La tarjetita de su ubicación aislada, me la ha pasado Javier, asegurándome que no se ha inventado nada, se ha graduado y a los tres días conquistado, sin la necesidad de su discurso confuso pasado de moda, a Marta, esa chica que lo tenia tan miserable, adoptando un cuerpo adolorido de tantos combates con el viento, abatido por la curiosidad que le provocaba los besos que quemaban a ese torpe, que la visitaba constantemente y hasta le tomaba la mano en publico. Ahora están juntos y creo que se exhiben demasiado, que viven ocupados haciéndose confesiones nocturnas, volviéndose virtuosos en las nociones de la aproximación, la sorpresa, el estrépito del sentir una compañía que se te clava en las costillas. Comienzan a parecerse y a ser insoportablemente honestos.
Pero, aunque sabes que no me interesa ese fatigado romance de otros. Esta vez si quiero, entender un poquito que se debe hacer, para estar a tu lado. Y que me atreva, y que tu te atrevas, y nos martillemos los sentidos de inolvidables turbias formas de anhelarnos, dilatando el principio, cuando el asombro no deja de surgir debajo de un beso, del nuevo sonido que adquieres cuando nos hacemos miniatura en la cama.
La primera clase es idioma extranjero, el profesor es pequeñito y tiene un tic, algo melancólico, suspira rezagado, cuando nos enseña a decir lo indecible, con signos, como: si te ríes y abruptamente cambias de estado de animo, es porque quieres que te abrace, que sepa que tu sentimiento esta edificándose y necesita de otra mano, para construir el balcón, donde nos veremos, correr desnudos. Y si me dices, que no sabes, es porque eres testigo de tu sabiduría, ya lo sabes de antemano, pero quieres que lo adivine, que te lo diga, y al decírtelo misteriosamente, creerás que yo fui la de la idea, te sentirás, menos vulnerable.
Nos ha dicho, que para mejorar la dicción, lo principal es considerar hacer de tu boca, un nido de pájaros, que aun no han aprendido a volar. Sin tomárselo a la ligera, recordar invitar a lo que están a gusto extraviándose, creciendo en primavera, observando el mismo arbolito donde lo espera su eterna novia, la noche. Ella extrañándose, de nuevos pasajeros que la emocionan, dándose un primer beso, un primer momento dándose el gusto de tomar la temperatura de sus mundos. En esa clase, un sobresaliente!
En diseño de momentos perfectos, me sorprendí aprendiendo que también lo es, el quedarnos atravesando una calle, sin decirnos palabra alguna, buscando el parquecito en donde nos gusta sentarnos, y hablar del nuevo disco de Evid Wad y entonamos con cuidado, la primera canción.
En colores trágicos, me dio cólera, cuando la profesora, me dijo, no es recomendable teñirme de azul impermeable, antes de nuestras citas, debo ir de blanco, dispuesta a absorber las nuevas tonalidades, contigo oscilante.
Me falta la última clase, paciencia interminable, no llamarte, no repetir tu nombre 4500 millones de veces al día, paciencia para esperarte, a que te aburras, o que salgas rebosante a otra excursión. Que esa muchacha ya no te resulte un buen regalo a tus caprichosos experimentos con la soledad.
En clase de dignidad antes de dormirse, debo mejorar, aun continuo con mi tormentosa elocuencia, precipitada.
Me faltan 2 mañanas para terminar, entre tanto puedo decirte, que he dejado para el final, análisis de riesgos, en el laboratorio se somete a diversos ácidos, esto que siento por ti, vamos a ver si pasa la prueba, de ser adulterada, repruebo el curso, pues nada tengo que hacer, contra mi propio ego jugando a interrumpir tus múltiples vidas.