miércoles, 4 de agosto de 2010

Antes de destruirte primero te re-edificaré



Sobre tus secretos compartidos, tu voz minada por el eco, de cuando me entregaba como un amante de juguete, a tu espeso iris, pondré un ladrillo, una palabra triste.

Sobre tus ganas de preguntarme cual es mi don, cual es mi anhelo y porque me escondo cada vez que le cantas con tu olas a la parte musical de mi cuerpo, cemento, del más barato, el que se seca rápido.

Entre tus piernas un poco de conciencia, una montaña de marfil, imposible de escalar por mis manos erupcionadas al encender tantas lámparas en tu ventana.

A tus ojos toneladas de cenizas, sobre las que se sostenga una escalera al tejado. Desde allí podrás ser cobarde, nadar silenciosamente en la imagen que te inunda, en esa en la que no tienes ni una sola ranura, te estiras en la cama y te dedicas a volar, a pesar de estar descuartizada por todos los residuos que han dejado en ti las miradas.

Todas las habitaciones tendrán las puertas abiertas, para que salgas corriendo, de ti, de tu inestable parecido a todos aquellos que crees amar, y terminan ahorcados entre tus manos.

Sé que algún día distinguirás las prisiones, de los campos con columpios rojos, donde podrías haber hecho el amor sin sentirte le estas dando un sentido a una corriente de besos que te elevan y te condenan. Puedes tirar la casa cuando quieras, cambiarle el color, ya sé que tu piel cóncava la pincelas con el mar en tu bañera,en la que te bañas con tus amantes azules.

Te habría construido un puente en los pulmones, por si algún día, te apetecía empaparnos de sonrisas, de amigos, nada más, no te asustes, pero habría hecho trampa, conmigo, que después de ponerme en alquiler, decidí desmoronarme y con un poco de pegamento pegarme al firmamento, y esperar a que mis venas le volviesen a salir pétalos y no gusanos.

No puedo bombardear desde la distancia tu casa, tu fuerte, le declaro la paz entonces, a tu tierra mojada, a tu alma entera, me gustaría encontrarte alguna vez, en pleno vuelo, algún día, sin disimular.

La transmigración es para ingenuos, dirás, pero puede que en otro cuerpo nos saludemos con luz y no con pezuñas, que tu casa de la mía, sean vecinas, y con aviones de papel mandarnos mensajes, construir un túnel entre los tejados y paredes, un túnel donde nos podamos ver y amarnos a pesar de los escombros.

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