lunes, 2 de agosto de 2010

Ventriloquismo de átomos calientes

Enterrando un dolor en tres actos.



i. Meteorito Felino
Soy una detonación irregular, telúrica, en tu columna
Soy el extranjero que rodea tu cuello y se derrama en tus branquias
Soy espeluznante como el imán que acerca tu esqueleto a su naturaleza contraria
Soy el que llora en tu lengua.
Soy al que te llevas a los labios intentando extraerle fuego, que se enreda en tus deseos muertos
En tus dientes vaporosos.
Soy el que te hace gritar, el que te da la mano para cruzar la calle,
El que fuma tres cajas de cigarrillos al día,
El que te abandonó por sentirse combustible cuando le exhalabas.
Soy un eco de penicilina ennegrecida
Soy al que llamas cuando tienes pánico, el que intenta tranquilizarte en voz baja.
Soy el péndulo que hipnotiza tu rutina
El que acaricia tu pelo y averigua que el vidrio te provoca cosquillas
Soy el que te torció la boca, al estrellarse un día en tu imaginación empalagosa.
Soy el que le pediste a los astros, de regalo
Soy el abstracto negligente, distinguido autor de tus dolores metalíferos
Soy el amante viscoso, la onda sonora, la marea que te humedece las neurosis
En la madrugada.
Soy el único que deseas a tu lado, el que les promete a las moscas polen
El que te enterraría viva
Soy al que amas, porque no estás segura de poder vivir sin arrancarte la piel.
Soy el que clava las uñas en tus ojos empapados en vino.
Soy el que despelleja a la eternidad y te la entrega en pequeñas caricias frívolas y herejes.
Soy la nieve en tu costado
Soy el que te llama a la mitad de la noche y te pregunta que hiciste en el día
Soy al que perdonas y no deja de brillar por ello
Soy el que disloca tus hormonas y las convierte en causas perdidas
Soy la música que choca contra tu parabrisas
Soy el desecho de tu ternura, rechazada por la inercia
Soy el dragón, cuando no te atreves a ser princesa
Soy el que te arrolla en la calle, cuando aguardas hasta la esquina para darle un beso
Soy el que te pide demasiado, y te regala una nave espacial por año
Soy el que engulle tu coherencia, y te roba el cilindro de oxigeno
Soy el científico de tu sucio laboratorio, el que busca la vacuna para los sentimientos transitorios
Soy el que se marcha a toda prisa, y el que con un rápido movimiento fertiliza tu sonrisa
Soy un amante imperfecto, mi cuerpo tiene la nariz que odiabas de tu primer amor,
Los ojos que te lastimaron cuando tenías 18.
Soy el que amas a martillazos
Soy el que abrió un cráter en forma de gato, en ti
Allí donde la sangre no tenía silicona,
Allí en tu mejilla, la que sobreactúa con mis besos.



II. Las densas sombras
Es mi responsabilidad separarte del infinito
Sumergirte en electricidad
Extinguir tus incendios.
Es por mí que no puedes dormir de noche
Las costillas se te rompen, te sujeto en sueños.
Es mi brújula la que envuelve tu destino
De recién nacido.
La que te frota los parpados, para que te pierdas
En tu castillo de hadas de petróleo.
Te precipito contra el mar, te encarcelo en tus huesos
Aprieto tus dientes, soy tú sustituto, el hirviente guardián.
Tu amor es solo un epiléptico inconsciente
Dedicando sus convulsiones a engendrar calor,
Un deseo en la mitad de una mentira.
Tu y ella demasiado complicados,
Un fluido en los límites del mundo,
Un pájaro escarchado extinguido, hace mucho tiempo.
No soy si tu carne, ni tu hueso
Soy la inarticulada partícula de la serpiente
En el paraíso de luciérnagas, cosidas al olvido.
El cristal pliegue desconocido de las estrellas.
Mi trabajo es helarte los músculos
Domesticar tus lágrimas
Desmoronarme en tu sangre, ahogarme cuando te tocan.
Soy la palabra desconocida, la que nunca te atreves a decir
Cuando ella despega en tu boca.
Soy lo masculino y femenino
El amigo roto, la sombra tibia, la molécula que se desintegra
La sed permanente.
Soy el desgarro de los encuentros violentos
De esos en los que solo podías rociar a tu corazón
con insecticida.



III. Luna en conserva
A Luna le gustaba lastimarse las encías con el cepillo de dientes antes de besarlos.
Luna prefería dejar la ventana abierta, hacerse daño con el aire,
Mirar la oscuridad de allá fuera y sentirse todo un desastre.
Luna se comía las pelusas de la almohada esperando encontrar algún pedazo de sueño
Que aún respirase.
Al anochecer le gustaba nadar, como si se tratase de un bisturí que se aferraba a la superficie del agua y le rasgaba,
como un funambulista de miradas completamente azules en la boca de la lluvia
en tres segundos no tenía parientes, ni amigos, tal solo era un ruiseñor abierto, en un cuerpo que se desintegraba.
Echaba de menos, las gafas cuadradas de él, su costumbre de al mentir mirar al cielo
La lista que hacía de sus puntos fuertes, los mensajes que le habría gustado encontrar
En las botellas de cerveza.
Luna conservaba aun ese pijama que iba tiñéndose cuando sus pestañas calientes le abrazaban
el ahora desnudo, con sus labios de corcho, jugando a desaparecer, arremolinando el vino.
Luna por encima de las heridas, por encima de la niebla, salpicada de besos anónimos,
De las cosas que había olvidado de él.
Luna había decidido explicarse mil veces, no había sido culpa suya
La clásica sobredosis de latidos que desvelan, de lágrimas sonoras, filamentos de rabia
Luna no tenía gato, e intentaba aplastarse la cabeza contra un pequeño plato, de leche
La cortina de nubes que se desperdiciaban, en el cielo, sobre el horizonte, apuntando hacia ella
La única luna con plumas, desenfocada sirena del cosmos,
Con ese frio especial en sus yemas, cuando se las llevaba a los labios
La que se arrastraba hasta el fondo en un umbral de cristal, engullendo analgésicos de bar
Manteniendo la esperanza,
de que él fue más que un conductor ebrio
en su carrera de velocidad, a favor de la independencia
A punto de decirle un te quiero, directo al estomago
Antes de despellejarse a muchos kilómetros, aceite, gasolina,
Vuelves a irte
Señalización
Si pudiera moverse lo llevaría a un lugar seguro

Tal vez

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